Entre 1874 y 1881, el anarquismo español estuvo proscrito, pero se pudo reorganizar de manera clandestina. Con base en sus raíces internacionalistas, la Federación Regional Española mantuvo contactos continuos con federaciones y grupos del resto de Europa, y a veces también de América e, incluso, del norte de África, y envió delegados a diversos encuentros públicos o secretos más allá de las fronteras. Pese a la vigilancia policial en diversos países, este transnacionalismo fue una práctica integral del anarquismo español durante estos años.
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