El Dios que acontece lo hace en el / como instante-decisivo, como acontecer del acontecimiento más deseado. Dicho instante-decisivo no es perceptible en la forma cerrada que pretende objetivarlo, dominarlo. De hecho, esta pretensión de la forma cerrada sólo conduce a la posesión de objetos muertos. En cambio, abrirse a la novedad del acontecer del acontecimiento más deseado implica un nuevo modo de narrar distinto de la forma cerrada. Un nuevo modo de narrar que tiene que ver con la indigencia. El cubismo de Picasso ilustra todo este proceso fundamental para el pensar teológico.
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