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Entorno digital y generación Z

    1. [1] Universidad Privada Franz Tamayo

      Universidad Privada Franz Tamayo

      Bolivia

  • Localización: Teoría de la educación, ISSN 1130-3743, Vol. 33, Nº 2, 2021, págs. 27-47
  • Idioma: español
  • Títulos paralelos:
    • Digital Environment and Generation Z
  • Enlaces
  • Resumen
    • español

      Para la ciencia cognitiva de la primera mitad de siglo XX la mente ocupa el mismo espacio segregado e individual que el cerebro.  En este espacio la materia biológica es una contingencia que podría ser reemplazada por un soporte sintético, y los procesos relacionan sintácticamente símbolos de por sí desprovistos de significado.  Prueba de la importancia que ha cobrado esta dimensión descontextualizada y desencarnada de la cognición es la popularidad de la neuroeducación. Según todas las tendencias que suscriben alguna forma de neurocentrismo en educación, el espacio donde ocurre el aprendizaje es el cerebro; sería por ende necesario partir de su estudio objetivo para entender y mejorar la educación. Este artículo utiliza los datos obtenidos por medio de observación participante de la dinámica social en aula, a lo largo de casi siete años de experiencia como docente de primaria y secundaria, para argumentar que la teoría computacional de la mente y la neurociencia no son suficientes para entender los cambios en   modalidad de adquisición, memorización y procesamiento de la información por parte de la Generación Z. En general, los procesos cognitivos humanos son contextualizados, encarnados y distribuidos. Datos procedentes de la antropología cultural y la arqueología cognitiva brindan evidencia adicional a este enfoque.  Se propone por lo tanto un marco teórico del procesamiento de la información basado en la cognición distribuida, a fin de aportar validez ecológica al estudio de la memoria y otros procesos cognitivos en ámbito educativo.

    • English

      For the cognitive science of the first half of the XX century, the human mind is computational in more than one sense. It takes places in a secluded, individual space: the brain, and within this space, the biological substance the brain is made of is an accident that might as well be replaced by some synthetic stuff. At the same time, cognitive processes are syntactical in that they stretch relations among symbols stripped off of any intrinsic meaning. A case in point of the wide recognition achieved by this disembodied and decontextualized form of cognition is the popularity gained by neuroeducation. According to all the lines of research that subscribe to a neurocentric view of cognition, the locus of learning is the brain, thus it is from the objective study of the brain that we should start investigating, if we want to better understand and improve education. This article uses the data gathered from (participant) observation of the social dynamic inside the classroom, over almost  seven years of profession as a teacher in primary and secondary levels,  to argue that the computational theory of the mind and neuroscience cannot provide sufficient understanding of  the changes in the manner the so-called Generation Z obtains, memorizes and processes information. By and large, human cognition is embodied, contextualized and distributed. Data provided by anthropology and cognitive archaeology bear additional evidence to this approach. In conclusion, it is recommended adopting a different theoretical framework, based on distributed cognition, in order to ecologically validate the study of daily practices of memorization and information process in general, within educational settings.   


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