Buena parte del interés de los historiadores hacia el desembarco de Normandía se ha centrado en el asalto a la costa, así como en los reñidos y costosos combates por la playa Omaha, pero el éxito final de la campaña, además de deberse al compromiso y el sacrificio de los soldados que atacaron las playas, tuvo también su razón de ser en la capacidad naval aliada. Primero, porque para llevar a cabo el desembarco inicial fue necesario que los buques de transporte llevaran hasta el otro lado del canal de la Mancha a hombres, equipo, víveres, munición y suministros –incluso el plasma sanguíneo que mantendría con vida a algunos de ellos–. Segundo, porque es muy probable que, en las horas críticas de la mañana del 6 de junio, el apoyo de fuego naval de una docena de destructores evitara el derrumbe de la invasión en Omaha. Y finalmente, factor crítico, porque la permanencia de los aliados en el continente –la expansión de la cabeza de playa y, finalmente, la ruptura del frente para salir de ella– solo fue posible gracias a la capacidad de carga naval sin precedentes desplegada en los meses que siguieron.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados