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Resumen de El trabajo como encargo divino según Leonardo Polo

Juan Fernando Sellés

  • En el mito heroico clásico (Ulises, el Quijote, Caperucita, Pulgarcito, el Señor de los anillos…) hay al menos estos elementos: 1) quien encarga una misión, 2) el encargado, 3) el encargo a realizar (una verdad que hay que hacer valer), 4) los peligros del camino, 5) el destinatario. De modo que siguiendo este esquema se puede decir que el trabajo humano, la tarea de nuestra vida, tiene estos elementos: 1) Dios que la encarga, 2) cada uno de nosotros, que es el encargado, 3) el trabajo distintivo de cada uno, que perfecciona al mundo, al cuerpo humano propio y ajeno, y a lo inmaterial que poseen los hombres, propio y ajeno —inteligencia, voluntad y personalidad—, 4) las dificultades propias y ajenas, 5) los destinatarios humanos y el divino. A la precedente estructura le caben dos añadidos: 6) los colaboradores —de quien asume la tarea—, pues con ellos esta se cumple mejor. ¿Qué motivo hay para aceptar colaboradores? El hecho de que también quien asume la tarea es colaborador de quien se la encarga: «antes de convocar colaboradores, está el que yo soy un colaborador del que me confía la tarea» (Polo, 2015e, p. 78); 7) «los recursos para llevarla a cabo» (Polo, 2015e, p. 78).


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