En diciembre del pasado año, en China informan sobre una neumonía de etiología desconocida, que más tarde la denominan COVID-19, declarándose pandemia mundial con riesgo muy alto. Según la OMS1, a la fecha la curva de casos positivos y defunciones está en constante ascenso. En lo que respecta a las Américas, se han notificado más de un millón de casos confirmados y 60211 defunciones, una gran mayoría en Estados Unidos, en América del Sur se destacan con mayor número de casos Brasil, Perú, Chile y Ecuador. En Bolivia se decreta la obligatoriedad de cumplir protocolos y normas de bioseguridad para prevenir su contagio. Claro que, todas las noches esperamos con ansiedad, el reporte actualizado de casos positivos por departamento.Sin embargo, no debemos olvidar que el sector agrícola e industria agroalimentaria, representa una de las actividades esenciales para la sobrevivencia de la humanidad, y como en la mayoría de los países en desarrollo, enfrenta una serie de limitaciones e inconvenientes para masificar su producción, aún más, con la presencia de un enemigo invisible, el COVID-19, que pese a esas circunstancias, el agricultor debe asegurar alimentos para consumo diario.
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