Góngora ha ofrecido en algunos de sus sonetos un tratamiento burlesco de la mitología que le ha permitido mostrar su perspectiva sobre sus propias preocupaciones o anécdotas vitales, como el amor («Muerto me lloró el Tormes en su orilla»), la muerte («Ícaro de bayeta, si de pino» y «Tonante monseñor, ¿de cuándo acá?») o la batalla poética («Pisó las calles de Madrid el fiero» y «Es el Orfeo del señor don Juan»), un enfoque que ha sido posible porque el poeta ha bajado del Olimpo a sus dioses y héroes, que en ese proceso de transgresión jocosa han habitado el terreno de los humanos y, de forma más concreta, el ámbito más o menos personal, autobiográfico, del poeta. Góngora ha proyectado en estos sonetos su concepción artística de lo burlesco, que, en feliz sintonía con sus célebres epilios paródicos, ha alcanzado su cima estética.
In some of his sonnets, Luis de Góngora adopted a tongue-in-cheek attitude towards mythology, and attitude that allowed him to express his own interests or even biographical memories, be they on love («Muerto me lloró el Tormes en su orilla»), death («Ícaro de bayeta, si de pino» and «Tonante monseñor, ¿de cuándo acá?»), or literary wars («Pisó las calles de Madrid el fiero» and «Es el Orfeo del señor don Juan»). This new optics was possible because, through mocking transgression, the poet makes his gods and heroes descend from Olympus, and therefore they inhabit in human terrain, and, more concretely, in the more or less personal and biographical sphere of the poet. In the sonnets in question, Góngora projected his artistic ideas on burlesque poetry, obtaining results which, in happy consonance with his parodic epyllia, have reached the highest peaks of aesthetic value.
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