Guillermo Fesser, Jesús Rodríguez (fot.)
Cuando Violeta Friedmann llegó a Auschwitz, el más cruento de los campos de concentración del nazismo, acababa de estrenar sus catorce años. Desde aquel 28 de mayo de 1944, el sentimiento de terror adquiere para ella las formas de una sonrisa sádica; de una orden de tortura y muerte en los labios del doctor Mengele.
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