A partir de un suceso casual protagonizado por un jugador de EE.UU. durante el Campeonato Mundial de Tenis de Mesa, realizado en Nagoya, Japón en 1971 se convino una visita de la delegación deportiva norteamericana a la República Popular China. Este fue el primer paso para que ambos países reiniciaran sus relaciones diplomáticas, suspendidas desde hacía varios años.
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