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Lo eterno y lo efímero: historias del cuerpo

  • Autores: Rosa Olivares
  • Localización: Exit: imagen y cultura, ISSN 1577-2721, Nº. 2 (Mayo/Julio), 2001 (Ejemplar dedicado a: Sobre la piel), pág. 16
  • Idioma: español
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • Me dijo que quería escribir la historia de su vida sobre mi piel, empezando con su nacimiento en mis labios y con sus enamoramientos en mis pechos. El resto de mi cuerpo lo dedicaría a nuestras vidas juntos¿.

      del ¿Diario de Nagiko¿, en The Pillow Book, de Peter Greenaway En The Pillow Book, la película dirigida por Peter Greenaway en 1995, asistimos a una continua ceremonia de devoción a la literatura y al amor. Un homenaje visual al cuerpo y a la letra, a la caligrafía y a la magia de la narración. Usamos nuestros cuerpos como textos, libros más o menos abiertos a la contemplación y a la lectura de los otros. Nagiko, la protagonista de la película, está habituada a que desde pequeña su padre escriba sobre su rostro, sobre su cuerpo, las felicitaciones de cada uno de sus cumpleaños. De mayor les pedirá a sus amantes que escriban sobre su cuerpo, y ella misma buscará amantes sobre los que escribir su propia historia para que la lea su editor. Libros que andan, personas que en su piel tienen escrito, por todo su cuerpo, las historias de Nagiko. Un amante escribe tan fuerte que la hace sangrar, otro la usa para sus consignas políticas, cada uno escribiendo desde su perspectiva, con su propia letra. ¿No estoy segura de lo que era más importante: el calígrafo que era un buen amante o el amante que era un pobre calígrafo¿, dirá Nagiko en algún momento. De lo que no estamos seguros nosotros es si es más importante el cuerpo sobre el que se escribe, la historia que se cuenta o la pura belleza de la letra.

      Esta historia transcurre en Japón, un lugar en el que nadie quiere parecer diferente, un lugar en el que sin embargo, el tatuaje corporal ha alcanzado una belleza y unas características que le han hecho destacar mundialmente. Un país en el que la caligrafía es un arte. Los ejemplos de tatuajes japoneses son famosos y modélicos en todo el mundo, la mayoría de las veces personificados en la mitología de los yakuza, la peculiar mafia japonesa. Pero lo destacable, en esta ocasión, en The Pillow Book es que no es de tatuajes de lo que se está hablando, es de escritura sobre el cuerpo, de utilizar el cuerpo como un libro para que otros lean. Cuando Nagiko envía a sus amantes, con todo el cuerpo escrito, a su editor, estos se desnudan dejando ver la caligrafía, a veces borrosa por el sudor, y las secretarias del editor copian estos textos antes de que desaparezcan totalmente. Están escritos por toda la superficie de su cuerpo, en la garganta, el pecho, las piernas, el sexo, los bordes de los ojos¿ Pero no se pretende que esta escritura permanezca para siempre, no están tatuados, están escritos. ¿Cuál es la diferencia entre el cuerpo tatuado y el cuerpo pintado, escrito? El cuerpo marcado, pintado, tatuado, es solamente un cuerpo con historia. Con una historia que cuenta para el que la quiera leer, para el que la pueda entender. Como toda literatura cuida tanto la forma como el contenido y cuida, también, quien lo va a leer. No es lo mismo un tatuaje oculto que uno a la vista. Tampoco es lo mismo un cuerpo tatuado profusamente que una pequeña flor en el hombro. No solamente se cuentan así dos historias diferentes, sino que pasamos de la narración épica al spot publicitario. Así, para hablar de tatuajes, de cuerpos marcados, nos tendremos que acercar más a la literatura que a las artes plásticas. Pues esos cuerpos son libros, la imagen que ellos proyectan está llena de símbolos, son jeroglíficos, como la caligrafía japonesa, bellos en sí mismos, a veces horribles, pero lo importante es de lo que hablan. En este sentido, la pintura, las bellas artes poco pueden hacer excepto ofrecer su propio cuerpo como referencias simbólicas.

      La pintura nos presenta cuerpos marcados en la tradición cristiana: santos con los estigmas, cicatrices sagradas, cuerpos que sobre ellos llevan el peso de la santidad y el sacrificio. La escarificación, la cicatriz, son formas también de tatuar el cuerpo, su contenido está al margen de la propia marca, se prolonga en ella de una forma eterna. Hasta la muerte. Y después de la muerte sólo queda el arte: la pintura, la fotografía, la mezcla de las dos, el cine. Se escribe sobre el cuerpo, se marca el cuerpo, pero los artistas marcan, pintan también en el cuerpo pintado, en la representación de esos cuerpos. Son marcas sin duda diferentes, pero que contienen a veces aún mayor violencia, son, en ocasiones, de una fuerza lírica superior. Y, sobre todo, son marcas en un cuerpo de ficción, no en el real, por lo que se pueden repetir, variar, seriar, es como el manuscrito y el libro en edición facsímil. (...)


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