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¿Olvidar el dolor? Representaciones del delito y la falta en las sociedades globales

  • Autores: José Luis Barrios
  • Localización: Exit: imagen y cultura, ISSN 1577-2721, Nº. 1 (Enero/Marzo), 2001 (Ejemplar dedicado a: Delitos y faltas), pág. 130
  • Idioma: español
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • Son los que pueblan mi memoria con su presencia sin rostro, y si pudiese encerrar a todo el mal de nuestro tiempo en una imagen, escogería esta imagen, que me resulta familiar: un hombre demacrado, con la cabeza inclinada y las espaldas encorvadas, en cuya cara y en cuyos ojos no se puede leer ni una huella de pensamiento.

      Primo Levi, Si esto es un hombre.

      Desentrañar el significado que tienen la falta y el delito en las sociedades contemporáneas, supone desentrañar el sentido que tiene el dolor en nuestro mundo. Esta afirmación aunque extrema no es gratuita. La genealogía de la falta, momento precedente del delito, es producto de una desproporción: la de la vida humana. El dolor, al igual que el placer, son límites fenomenológicos del sujeto. Son las desterritorializaciones de la conciencia o las formas mismas de la desproporción del individuo consigo mismo. Particularmente, el dolor es una inminencia y una pregunta. Es la inminencia del tiempo como preludio de la muerte y es la pregunta lanzada a una alteridad posible. En el dolor, el cuerpo es el escenario de una lucha: la del tiempo como carnalidad, la de la humanidad como desproporción. Desproporción consigo mismo y desproporción con una alteridad radical a la que se le pregunta por qué. La falta no es entonces la explicación del dolor y la muerte, más bien son éstos dos los que explican la falta. Se trata, como lo hace ver Paul Ricoeur, de la condición de fabilidad del ser humano. Desmedida originaria de la relación entre la voluntad, el cuerpo y el otro. Así pues, poder responder a la relación entre la falta y el delito en la sociedad contemporánea, supone responder al lugar que ocupan los binomios libertad/destino, justicia/alteridad en nuestro entorno. Sólo así se puede entender que la falta es producto de la proximidad del hombre consigo mismo, con el mundo y con el otro, mientras que el delito nace del distanciamiento de estas relaciones originarias que los sistemas simbólicos de poder realizan a través del olvido del dolor. Este, desde mi perspectiva, debe funcionar como condición reguladora de las diversas relaciones éticas que el ser humano entabla con su entorno.

      Los binomios libertad/destino y justicia/alteridad, no son más que las estructuras ontológicas de la actividad/pasividad del sujeto. Por un lado, el binomio libertad/destino es la lucha que lo humano entabla consigo mismo, lucha de la voluntad y la conciencia que intenta sobrepasar el límite mismo de la naturaleza o destino; por el otro, el binomio justicia/alteridad es la aparición de un segundo al que cuestiono sobre el sentido de mi dolor: posibilidad de solidaridad o principio de la idea misma de justicia normativa con la que se construye la noción de delito. Pero además, más allá de la relación primera que se establece entre cada uno de los binomios, hay que pensar una relación más compleja, la que se establece entre los dos binomios a partir de un tercer factor, el de la atestación de un testigo y/o un testimonio. Relación ésta donde se teje la intriga entre la solidaridad humana y la represión institucional, entre la comunidad y el sistema policíaco de vigilancia.

      Así pues, la pregunta por la relación entre la falta y la culpa en las sociedades contemporáneas quiere decir, preguntar en primer lugar por el dolor, para luego cuestionarnos sobre la relación entre destino y libertad del sujeto, por quién es el otro en la sociedad actual y por el lugar que tiene el juego de la atestación o dialéctica entre testigo/testimonio, en los sistemas de representación simbólica de nuestra contemporaneidad. En última instancia, se trata de preguntar cuál es el lugar del dolor en el yo, en el otro y quién o qué testifica este sentido o sin sentido del dolor. (...)


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