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Resumen de Hombres de condición inquieta y despegada: el fascinante espectáculo de la precariedad

Carmen Rodríguez Pedret

  • español

    En 1927, cuando la Deutscher Werkbund de Mies van der Rohe organizó en la periferia de Stuttgart la gran exposición de la vivienda –Die Wohnung-, se fundaba en la ciudad una insólita Hermandad de Vagabundos (1927-1933). Detrás de esta agrupación anárquica, compuesta por individuos sin oficio ni domicilio fijo y cuyo lema era “¡Mejor toda una vida condenada a la maldita existencia en la cuneta que ser un solo día un ciudadano!”, se encontraba Gregor Gog, un marinero, jardinero y poeta que vivía en una cabaña en las afueras. Gog era una más de las 70.000 personas sin hogar que, en aquel tiempo, pululaban por las calles alemanas; aunque se estima que el 20% por ciento había elegido libremente la existencia nómada, muchas se refugiaban en asilos, donde podían permanecer un máximo de cinco días y, a menudo, eran detenidas o acababan confinadas en manicomios. Dos años después de fundar la Hermandad, los vagabundos celebraron su primer Congreso Internacional en un bosque cercano a la modélica colonia Weißenhof: acudieron 600 nómadas de toda Europa y proclamaron rey a Gog, quien declaró, como primera medida de su mandato, la “huelga general de por vida”. La coincidencia de hechos en tiempo y lugar tiene algo de paradoja: los mejores arquitectos buscando resolver el problema de la vivienda y los representantes de la marginación transgrediendo los valores asociados a la vida doméstica. La propuesta parte de esta curiosa coincidencia para concentrar la atención en los hombres “de condición inquieta y despegada” -tal y como los llamó José Ortega y Gasset en 1916- y el lugar que ocupan en la moderna cultura del habitar. Porque la historia de los arquetipos y modos de vida también está hecha con la presencia de quienes, al margen de lo establecido, protagonizan el fascinante espectáculo de la precariedad.

  • English

    In 1927, when the Deutscher Werkbund of Mies van der Rohe organized the great housing exhibition on the suburbs of Stuttgart -Die Wohnung- an unusual Brotherhood of Wanderers (1927-1933) was founded in the city. Behind this anarchic group, composed of individuals without a work or fixed address, and whose motto was "Better a whole life condemned to the damned existence in the gutter than being a citizen one day!" was Gregor Gog, a sailor, gardener and poet who lived in a hut on the outskirts. Gog was one of the 70,000 homeless people who, at that time, swarmed through the German streets; although it is estimated that 20% percent had freely chosen that nomadic existence, many of them took refuge in asylums, where they could stay for a maximum of five days, and often detained or ended up confined in mental hospitals. Two years after founding the brotherhood, the homeless celebrated their first International Congress in a forest near the Weissenhof colony: 600 nomads from all over Europe came and proclaimed Gog king, who declared, as the first measure of his mandate, a “general strike for life”. The coincidence of events in time and place includes a kind of paradox: the best architects seeking to solve the problem of housing and the representatives of marginalization transgressing all the values associated with domestic life. The communication proposal starts from this curious coincidence to focus the attention on men “of unsettled and detached condition” -as José Ortega y Gasset called them in 1916- and its place in the modern culture of inhabiting. Because the history of archetypes and ways of life is also made with the presence of those who, at the edge of established patterns, starred in the fascinating spectacle of precariousness


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