Juan Ignacio Valenzuela Moreno
En un contexto internacional marcado por la experimentación y la búsqueda de nuevas formas de expresión en el género documental de la mano de la Escuela Británica de John Grierson y de los documentalistas norteamericanos, con Pare Lorentz y Paul Strand a la cabeza, su influencia alcanzó al documental español del período referenciado más desde un punto de vista teórico que desde un enfoque empírico. Voces autorizadas como las de Carlos Serrano de Osma o Antonio Román abogaron por la subordinación de elementos artísticos a un fin estético superior, incluso con la atención puesta en el contenido social, mientras que en una posición encontrada, teóricos como Vicente Torres o Luis Gómez Mesa señalaban al documental como formato idóneo para propagar la idea de patria. Lo que es común a esta situación es el poderoso instrumento formativo que supone la filmación de documentales, escuela práctica para unos cineastas que, en la mayoría de los casos, abandonarían este terreno para realizar su tarea profesional en películas de ficción. Rafael Gil es un director clave en este ámbito desde que rodara sus primeros documentales durante la Guerra Civil, en colaboración con Antonio del Amo, donde ponía el acento en el individuo que padece el conflicto bélico; una vez concluida la contienda, filmaría documentales de propaganda a favor del Régimen. Su entrada en CIFESA le lleva a crear en este género un conjunto de obras de corte turístico en las que se observa la influencia de cineastas como Grierson y Ruttmann. Con este trabajo se pretende analizar las características del documental español en este período a través de los quince documentales que Gil filmó antes de su primera obra de ficción, así como los elementos enunciativos, formales y contextuales y las influencias que informaron su contribución a este género.
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