La proliferación de las “fake news” es un buen ejemplo de cómo la esfera pública ha sido invadida por las mentiras. Sin embargo, resultaría simplista acusar a las redes sociales y a los mentirosos instalados en la política. Al ahogar con “estrategias de comunicación” los intercambios de ideas libres y argumentados, nuestras democracias destruyen el significado de las palabras e impiden que la verdad se imponga.
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