La extradición de Augusto Pinochet, solicitada al Reino Unido por el juez Garzón, abre una nueva era en los derechos humanos. La globalización ya no es sólo un factor económico, también ha llegado a los derechos humanos ampliando el derecho de injerencia. Juzgar a Pinochet no impedirá que surjan nuevos Pol Pot, Duvalier, Videla o Idi Amín, pero ya no podrán actuar impunemente. Sin embargo, el precedente que se instaura abre una caja de truenos de imprevisibles consecuencias.
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