Sevilla, España
En 1203 el pontífice Inocencio III, preocupado por el cariz que iban tomando los acontecimientos en el Languedoc, que cada vez se alejaba más de la senda de la ortodoxia, designó como legados pontificios a los cistercienses Raúl de Fontfroide y Pedro de Castelnau, a los que se unió después Arnaldo Amalrico, abad de la abadía de Císter. En 1206 se une a ellos el castellano Domingo de Guzmán, al tiempo que en Asís se producía la conversión de Giovanni di Pietro Bernardone en Francisco de Asís.
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