La muerte de Viriato no puso fin a la guerra entre los lusitanos y Roma. El cónsul Décimo Junio Bruto fue enviado inmediatamente después de Servilio Cepión (138 a. C.) y emprendió una campaña que el historiador Apiano pinta en los términos más dramáticos y que solo cabe describir como un genocidio sistemático. Bruto atravesó el río Duero, llegando a otro cauce llamado Lethes (Olvido), identificado en la misma Antigüedad con el Limaia o Limia, siendo el primer romano en cruzarlo. Para ello, hubo de vencer la resistencia de sus propios soldados, que creían supersticiosamente que aquellos que lo cruzaban no recordaban su origen y no retornaban jamás a sus hogares.
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