Los vikingos que se establecieron en lo que más tarde se conocerá como Normandía se integraron muy pronto en el mundo franco y crearon un principado que mantuvo su independencia política durante cerca de tres siglos. Los recién llegados adoptaron las formas de gobierno, los modos de vida y las creencias de los francos, aunque supieron mantener una identidad específica que los distinguió siempre del resto del reino
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