Este ensayo propone una relectura de "El licenciado Vidriera" como un texto cuya excentricidad e incompleto marco narrativo hacen posible diferentes interpretaciones en el mismo sentido en que las experimentales técnicas de enmarcamiento y los juegos de espejos de Velázquez invitan al espectador a imaginar diferentes perspectivas. De este modo, frente a aquellos lectores que puedan identificarse con el público o espectadores internos, celebrando con ellos las presuntas "agudezas" de Vidriera, el texto invitaría una segunda lectura o perspectiva oblicua desde la que podríamos interpretar a Vidriera como un contenedor efectivamente transparente de los prejuicios más comunes de su tiempo.
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