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Equidad política, pluralidad cultural y comprensión del pasado histórico

  • Autores: Aníbal Fornari
  • Localización: Tópicos: Revista de Filosofía de Santa Fe, ISSN-e 1668-723X, ISSN 1666-485X, Nº. 8-9, 2001 (Ejemplar dedicado a: Tópicos. Revista de Filosofía de Santa Fe), págs. 81-104
  • Idioma: español
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  • Resumen
    • español

      Para Rawls, el problema de la filosofía política es la existencia duradera de una sociedad democrática, cuyos ciudadanos, sin embargo, no dejan de estar “profundamente divididos” por doctrinas religiosas, filosóficas y morales razonables. La convivencia de tal pluralidad en un espacio jurídico-estatal, está conformada por ideas intuitivas básicas, decantadas en un consenso superpuesto, que expresa la historicidad cultural de tal sociedad. Pero la trascendentalidad reflexiva del concepto ético-político de ciudadano debe realizar una epokhé sobre los procesos culturales de identificación que la posibilitan. La justicia constitucional como equidad establece la discriminante entre razón pública y razón privada. Pero para el A. la privatización de la racionalidad personal y cultural socava la durabilidad y estabilidad postuladas. Los procesos de identificación personal y cultural consistentes, no se resuelven en la mera privacidad ni progresan en la mutua extraneidad de la tolerancia pasiva e indiferente, que concentra la vida pública en el sólo horizonte del poder. Ricoeur elabora el concepto de tolerancia difícil o virtuosa. Implica autoconciencia de la propia identidad y diálogo crítico en el espacio público de la pluralidad como libertad cultural y educativa. La hipótesis de significado transmitida por el propio pasado histórico es una instancia fundamental de confrontación para identificaciones exigentes. Éstas consolidan la intercomunicación en el espacio público de la sociedad civil, generando una democracia viva y durable.

    • English

      According to Rawls, the problem of the political philosophy is the lasting existence of a democratic society whose citizens, however, do not stop being “deeply divided” by reasonable religious, philosophical and moral doctrines. The act of living together in such plurality in a juridical state space is conformed by intuitive basic ideas, decanted in an overlapping consent, that expresses the cultural historicity of such society. But the reflexive transcendentalism of the ethical-political concept of citizen, must achieve an epoché of the cultural process of identification that will make it possible. The constitutional justice as equity sets down the discrimination between public reason and private reason. But for the A. the privatization of the personal and cultural rationality undercuts the postulated durability and stability. The processes of consistent personal and cultural identifications cannot be solved in mere privacy and they do not progress in the mutual extraneity of the passive and indifferent tolerance that concentrates the public life only in power horizon. Ricoeur elaborates the concept of difficult or virtuous tolerance. It implicates self-consciousness of the proper identity and critical dialogue in the public space of the plurality, as cultural and educative freedom. The hypothesis of meaning transmitted by its own historical past is a fundamental instance of confrontation for exigent identifications. These consolidate the intercommunication in the public space of the civil society, generating a live and durable democracy.


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