A partir del estudio de la recolección, la manipulación y el consumo de alimentos en Furtivos (Borau, 1975), el presente trabajo pretende revalorizar la figura de Martina, la madre monstruosa asesinada a manos de su hijo, para analizar las prácticas cotidianas de resistencia representadas en la película. Desde su estreno en el ocaso de la dictadura, la crítica de Furtivos ha privilegiado una interpretación centrada, de un lado, en el matricidio cometido por Ángel y, de otro, en una lectura alegórica en la que los personajes encarnan los dos extremos ideológicos del último franquismo. Este artículo, al combinar una lectura histórica, que parte de la reglamentación compulsiva de la cocina, la caza y la alimentación durante la dictadura, y una lectura teórica sobre el cuerpo materno, se distancia de las interpretaciones alegóricas para desvelar nuevos aspectos de la multivalente crítica al poder franquista que Borau llevó a las pantallas de aquella España, testigo de la llegada de la democracia
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