Margarita Monge Zamorano, Santiago López Mendoza, Manuel E. Méndez Abad, María José Hernández González, Esperanza Viota Puerta, María Jesús Montesdeoca Hernández
Los primeros 1000 días de vida (embarazo y los dos primeros años de edad) son un momento crucial para los niños porque la plasticidad del cerebro los hace particularmente sensibles. Hay muchas exposiciones ambientales que no podemos controlar, pero hay dos factores disruptivos bien conocidos que sí podemos cambiar: la nutrición inadecuada y la privación afectiva. Se ha demostrado que hay nutrientes críticos en los primeros años de la vida humana (macronutrientes, micronutrientes y vitaminas). Una deficiencia de ellos determina una disfunción cerebral, por lo que el coste para la sociedad de perder esta ventana de oportunidad no es trivial. La privación afectiva temprana (insuficiencia de cuidado parental) causa resultados negativos a largo plazo en la salud física y mental, en la cognición y en el comportamiento. Se sabe que la reprogramación epigenética es un mecanismo que modula los efectos de las primeras adversidades. Debemos transmitir a los padres y a la población en general, la importancia de los primeros 1000 días de vida, que suponen un período particularmente crítico en el que los factores externos y ambientales, como la alimentación adecuada a embarazadas y lactantes, y la atención afectiva adecuada a los niños, pueden realmente mejorar la biología del lactante para el resto de su vida, lo que significa una mejora para toda la sociedad a largo plazo.
The first 1000 days of life (pregnancy and the two first years of age) is a crucial time for children, because the plasticity of the young child’s brain makes it particularly sensitive. There are many environmental exposures beyond the control of the individual, but there are two well-recognized disruptive factors that we can manage: inadequate nutrition and social deprivation. A number of nutrients have proven to be critical in early life for humans (macronutrients, micronutrients and vitamins). A deficiency of them determines a brain dysfunction, so the cost of missing this opportunity window for the society is not negligible. Early social deprivation (i.e., an insufficiency or lack of parental care) cause long-term outcomes in physical and mental health, cognition and behavior. Epigenetic reprogramming is known to be a mechanism modulating these effects of early adversities. We should be able to transmit to parents and general population that the first 1,000 days is a particularly critical period in which external and environmental factors, including proper food to pregnant mother and babies, and proper affective care can actually alter a young child’s biology and that a direct output of it is a long term general social improve.
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