El Derecho Romano clásico fue principalmente comercial: el florecimiento de su economía se debió al desarrollo de sus ciudades y a la intensa comunicación entre éstas, favorecida por las enormes obras de ingeniería –acueductos y calzadas principalmente- y, más tarde, por el control del espacio marítimo (mediterráneo: mare nostrum). Fruto de esa compleja actividad comercial nos ha quedado una enorme colección de textos en los que los jurisconsultos primero y los emperadores más tarde, resuelven los problemas que se planteaban a diario entre los ciudadanos (contratos incumplidos, deudas, estafas…).
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