En el ámbito doméstico tradicional, la mujer ha sido la depositaria de funciones asistenciales que, con la industrialización, pasarían a ser ejercidas por instituciones y profesiones específicas. Entre ellas, destacan las referidas a la salud y la enfermedad, que de ser inseparables del papel de esposa y madre, han pasado a depender del saber de un especialista, el médico; que sólo ha dejado parcelas auxiliares a la mujer, sea en el hogar o en las instituciones sanitarias.
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