En general, a lo largo de la Edad Moderna, las pintoras tuvieron vetado, por normas de sus propios gremios, y salvo excepciones, algunas tan notables como Lavinia Fontana o Artemisa Gentileschi, dedicarse a la pintura de historia, considerada la más elevada, tanto desde el punto de vista artístico como intelectual. en consecuencia, muchas de ellas se dedicaron, además de otros géneros, al retrato, en el que destacaron, en el siglo XVII, la neerlandesa Judith Leyster y, en la centuria siguiente, la prusiana Anna Dorothea Lisiewska y la francesa Louise-Elisabeth Vigée-Lebrun, y que tuvieron, ya en el siglo XX, a una conocida sucesora en la pintora polaca Tamara de Lempicka, quien a través de sus retratos art déco representó s la perfección el espíritu de los années folles en el París de los años veinte
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