La teología, para responder a los retos del mundo de hoy, tiene que ser menos discurso sobre Dios y más narrativa encarnada testimonial de Dios. Al reivindicarse el papel de la narrativa biográfica de cada creyente, inevitablemente se crea un vínculo con el mundo y sus dinámicas sociales, políticas y económicas. En otras palabras: profesar la fe cristiana, seguir a Jesús, base fundamental de la espiritualidad, debe notarse en el actuar del creyente en las dinámicas sociales. El testimonio, como la mejor forma de decir a Dios, se convierte en el modo privilegiado en que se comunica y cultiva la vida espiritual.
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