La grandeza del matrimonio para San Agustín se refleja en los tres bienes del matrimonio: proles, fides y sacramentum. El matrimonio es ante todo reflejo de la unión de Cristo con su Iglesia. Por medio de esa unión, del esposo con su esposa, se entregan por completo a Dios y comienzan a caminar juntos hacia la plenitud de la vida, en definitiva hacia el cielo. Esta unión es tan fuerte que no se podrá romper, de ahí ese rechazo de San Agustín por el divorcio. El esposo debe amar a la esposa como Cristo ama a su Iglesia. Pero a su misma vez encontramos una conexión entre Matrimonio y Virginidad como dos caminos que nos llevan al encuentro de Cristo, y la conexión entre la paternidad en el matrimonio y la paternidad sacerdotal, como dos fuentes que engendran vida.
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