Tras la firma del Acuerdo de Doha entre EEUU y los talibanes, no se ha producido la reducción en el nivel de violencia que muchos esperaban. Pese al cese de acciones ofensivas por parte de las fuerzas internacionales y la adopción de una postura defensiva por parte de las fuerzas gubernamentales, los talibanes han continuado desarrollando una notable actividad ofensiva. La situación resultante resulta frustrante para las fuerzas de seguridad afganas, fortalece a los insurgentes e incrementa el riesgo para los afganos que habitan en las zonas disputadas entre unos y otros. Ante esta situación cabe preguntarse si los insurgentes afrontan el proceso de paz de forma honesta o simplemente persiguen fortalecer su posición tras la victoria evidente que supone haber conseguido la retirada de las fuerzas estadounidenses.
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