La rápida integración de los mercados financieros internacionales durante la última década ha sido uno de los motores de la globalización. De hecho, el supuesto control que los mercados financieros tienen sobre el destino de la economía mundial ha contribuido a destacar la supuesta incapacidad de los gobiernos para regularlos adecuadamente. Sin embargo, la realidad es bastante diferente. Los gobiernos nacionales siguen teniendo una capacidad de influencia notable y, en ocasiones, distorsionadora, sobre los mercados financieros. De ahí que, en un mundo crecientemente global, un buen marco regulador de los mercados financieros sea más necesario que nunca.
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