La nueva orientación de la política exterior norteamericana está condicionando fuertemente la de sus aliados europeos, llevándolos a posiciones especialmente difíciles. En el caso de España, en medio de una construcción mediática de la realidad que indica una oposición generalizada contra la participación en la guerra de Irak, una parte importante de la población del país no se pronuncia directamente a favor de la guerra preventiva, pero información y propaganda hacen que se movilice activamente a través del secreto del voto con el que muestra su apoyo al gobierno que facilita el intervencionismo.
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