En 2008, en Francia, el subsidio para familias monoparentales –del que la mayoría de beneficiarios son mujeres– pasó a integrarse dentro de la renta de solidaridad activa (RSA, siglas en francés). A partir de esta reforma, la administración exige que las mujeres que crían solas a sus hijos se incorporen al mercado de trabajo. Pero los empleos a los que pueden optar la mayoría de ellas son incompatibles con la obligación de ser “buenas madres”.
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