Ni las ciudades ni las calles ni los paseos urbanos ni las carreteras ni los vientos están hechos para los viejos. Ya parece que ni la vida está hecha para los viejos. Hay que ser joven y fuerte, simplemente para vivir. Aunque, si bien se mira, y hay que mirar bien, eso de ser joven y fuerte es tan ambiguo como la vida misma. Algunos viejos están demostrando ser jóvenes y fuertes.
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