El deseo de uniformidad contable ha estado latente a lo largo del tiempo. Sin embargo, ha sido en los últimos veinte años cuando el tema se ha hecho apremiante y sólo más recientemente la presión sobre uniformidad se ha hecho irresistible, siendo un factor fundamental de esta evolución el aumento de la globalización de los negocios.
Los desarrollos en la Unión Europea son otro factor importante. Conforme se adhieren nuevos países y conforme las empresas adaptan sus actividades para convertirse en empresas europeas en lugar de seguir siendo simplemente empresas de una determinada nación, se crean más y más sociedades multinacionales, con presencia en los mercados de varios países.
El movimiento de privatizaciones también ha jugado un papel importante en estos desarrollos. El pase a manos privadas de empresas de servicios públicos propiedad del estado que ha tenido lugar en muchos países a lo largo de los últimos diez años, ha creado nuevas demandas de capital por parte del sector privado, cuyo tamaño es, frecuentemente, demasiado grande para poder acomodarlo en el mercado de capitales de una sola nación.
Unido a todo ello está el incremento de la naturaleza global de los mercados de capitales. Si los negocios son multinacionales en su alcance, es lógico que deseen y necesite obtener su capital en muchos países diferentes, estando asistidos en esta labor por el incremento de la competencia entre los mercados de capitales, cada uno de ellos ansioso de incrementar su participación en el comercio mundial.
Un obstáculo técnico que ha de ser afrontado cuando se cotiza en una bolsa extranjera son las diferentes normas contables que operan en los distintos países y los resultados tan dispares que se obtienen al aplicar una u otra norma.
Dadas las tendencias hacia una mayor globalización, las motivaciones de las empresas por alcanzar un sistema uniforme de contabilidad son fuertes. A un determinado nivel, la motivación es de carácter económico. Si las sociedades tienen que preparar sus cuentas anuales de acuerdo con diferentes principios de contabilidad, incurren en un coste considerable, con la sensación de que están malgastando su dinero.
Sin embargo, existen también razones prácticas como pueden ser, por ejemplo, la posibilidad de hacer comparativa la información financiera facilitada por las diversas sociedades de un determinado sector.
Otro tema importante es el de la uniformidad contable, que puede llegar a afectar a la credibilidad de la contabilidad. Si una compañía muestra resultados dramáticamente diferentes en sus operaciones de un determinado ejercicio porque tiene que publicar sus cuentas de acuerdo con normativas de diferentes países, la confianza en la contabilidad, sin duda, sufrirá.
Se precisan pues, unos principios de contabilidad generalmente aceptados únicos, que sean aceptados por todos los mercados de capitales, pero estos principios no pueden ser los vigentes en un determinado país, por muy desarrollados que estén. La solución pasa por el desarrollo de unos principios contables que sean admitidos en todo el mundo, para lo cual han de ser emitidos por un organismo internacional, independiente de cualquier normativa o legislación nacional.
En esta labor están trabajando desde hace unos años el International Accounting Standard Committee (IASC), como organismo internacional emisor de principios contables y la International Organization of Securities Commission (1OSCO]), como organismo aglutinador y de cooperación entre los mercados de valores de todo el mundo.
Es indudable que el éxito de este proyecto conjunto de IASC e 1OSCO facilitaría la comparabilidad de la información en un mundo empresarial cada vez más globalizado y ayudaría a resolver los problemas a los que actualmente tienen que hacer frente una gran parte de los analistas e inversores institucionales.
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