En el verano de 2006, en dos semanas, a lo largo de la autopista del Atlántico entre Pontevedra y Santiago, ardieron más de 70.000 hectáreas. En 2017, además de grandes incendios en montes del interior, los días 14 y 15 de octubre el fuego abrasó unas 49.000 has. de bosques periurbanos en el área de Vigo. La gravedad y la novedad de estos dos hechos obligan a una investigación rigurosa, que no puede reducirse a una indagación policíaca y judicial de eventuales comportamientos desviados. Resulta obligado-tal como se viene haciendo-analizar la presencia de factores físicos de riesgo. Pero más urgente es hoy prestar una cuidada atención al impacto especifico de factores socioeconómicos de riesgo, cuya prevención depende de forma más directa de la acción humana.
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