Tras una campaña intensa y desafiando todas las predicciones, el centroiquierdista Luis Guillermo Solís llegó a la presidencia de Costa Rica en una segunda vuelta electoral, alcanzando el 78% de la votación. El deseo de cambio político, después de dos gobiernos del mismo partido, predominó y el electorado se pronunció masivamente en contra del continuismo. Empero el nuevo presidente no logró la mayoría en el parlamento y debe empezar a gobernar en minoría, forzado a establecer alianzas parlamentarias con la izquierda y los socialcristianos. La debilidad parlamentaria obligará a guardar un delicado equilibrio entre las fuerzas del centro, las de la izquierda del Frente Amplio y los movimientos sociales. Un déficit fiscal del 6% del PIB, una mayor apertura en la generación eléctrica, las sociedades civiles de convivencia, la banca de desarrollo y la modernización de la infraestructura vial y portuaria constituyen los desafíos inmediatos que deberá afrontar la nueva administración.
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