Ante el aumento de la inestabilidad regional y el avance –relativo pero firme– de las fuerzas que luchan contra el statu quo desde posiciones muy distintas, existe el riesgo real de que se produzca una implosión que acabe por desfigurar Oriente Medio. Los crecientes niveles de inseguridad que sienten los diferentes actores regionales afectan directamente a su elección de alianzas y a la forma de ejecutar su política exterior. Un cúmulo de factores hace presagiar un futuro poco estable en el corto plazo en Oriente Medio, donde las alianzas coyunturales pueden modificarse de forma abrupta y donde habrá que estar preparados para esperar lo inesperable.
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