La devoción de Nuestra Señora la Virgen del Carmen no es solo para los militares de nuestra Marina de Guerra española una veneración es-piritual. Es, también, un sentimiento doble de gra-titud e impetración que nace de la humildad y del sentido de trascendencia del hombre ante el misterio de grandeza de lo creado que lleva al Creador, de los glaucos mares de la tierra al azul infi nito del cielo. Y, con el Señor de la Calma y de la Tempestad, que mueve el corazón a rezar a Su Madre bajo la advocación de la Virgen del Carmen
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