Cuando la Iglesia celebra la festividad de un santo escoge siempre la fecha del día de su fallecimiento y, en el caso de un mártir, la de su martirio. Debemos tener en cuenta que fue al principio del cristianismo cuando la Iglesia comenzó a venerar a los mártires, es decir, a aquellos que profesando su fe en Cristo entregaron su vida por esta causa
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