Torino, Italia
1) La plenitud escultórica de la intuición intelectual A pesar de la centralidad de la pintura en el Cusano (1401-1464), cuyo empleo metafórico toca muy a menudo el tema teológico de la explicatio creativa del mundo y del alma en tanto imágenes del absoluto2 –por lo cual la relación entre principio y realidad contraida se replica en aquel entre el pintor y las figuras explicadas desde su ingenio3–, en su obra hay aspectos que van en la dirección de una revaloración, en términos filosóficos, del arte tridimensional por excelencia: la escultura. Ella, en el Cusano, más allá de algunos usos específicos en el ámbito de una rivaloración del saber técnico-artesanal, se vuelve metáfora del pensamiento en relieve (o visio circularis), en el cual se realiza –en tanto conocimiento de la realidad “a tutto tondo”– la visión (o intuitus) intelectual: facultad de asimilación de la realidad en su totalidad, más allá de toda perspectiva angular, con un giro de ojos capaz de ver el mundo en sus tres dimensiones. No es una casualidad que entonces el Cusano poseyera el De statua di L. B. Alberti (1458-1462), con el que tenía correspondencia a través de Giovanni Andrea de’ Bussi (1417-1475), amigo y secretario personal del Cardinal: se trata del tercer opúsculo enviado de Alberti mismo a Bussi, «quod non magis ad pictorem quam ex multa parte ad architecti ingenium pertineat»4, un tratado que espera que pueda ser leído en el futuro –come ya ocurrió con los anteriores– «cum voluptatem»: no está muy claro si, con esta expresión, Alberti se está dirigiendo a Bussi o, por intermedio de su persona, más bien al mismo Cusano.
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