Zaragoza, España
Hugo de Rigaud fue el caballero templario encargado de llevar la noticia de la fundación de la Orden del Temple a los reinos cristianos de la Península Ibérica, un espacio muy sensible porque en ese tiempo los reinos de León y Castilla, Aragón y Navarra y el condado de Barcelona tenían fronteras con el Imperio almorávide. La primera donación documentada al Temple en toda la Península la hizo la reina Teresa, que entregó al caballero templario Raimundo Bernardo el castillo de Soure, en la ciudad de Braga. Las donaciones se sucedieron en los meses y años siguientes, ya con Alfonso I de Portugal al frente del ese nuevo reino. El Temple tuvo además una excelente acogida en los reinos de León y Castilla, en el de Aragón y en el condado de Barcelona. A partir de 1146 se desencadena un verdadero aluvión de donaciones al Temple en todos los reinos cristianos peninsulares. En el de León, Alfonso VII le concede villas y castillos con todas sus rentas.Tras semejante acumulación de bienes y propiedades, el Temple parecía destinado a convertirse en la gran Orden de la Península. No en vano, aquí estaba la gran frontera entre el Islam y la Cristiandad. Pero un sonoro fracaso cambió por completo las cosas. En 1147, Alfonso VII de León había conquistado la ciudad fortificada de Calatrava la Vieja, una posición clave en el camino de Toledo a Andalucía. Esta plaza fue entregada a los templarios para su defensa, pero ante el avance de los almohades y la muerte de Alfonso VII, los templarios la abandonaron en 1157, dejando a los norteafricanos el camino libre hacia tierras cristianas. Y ahí cambió la historia de las Órdenes Militares en Extremadura.
© 2001-2025 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados