Alguien, maliciosamente, lo definió como la sonrisa del régimen, pero esa sonrisa y su cintura política lo han convertido en el prototipo del centro. El secretario general del PP no está dispuesto a dar pasos en falso. Ante la agresión, jamás pone la otra mejilla. Lo tiene claro: nunca consentirá la corrupción de su partido. Empeña su honor en ello.
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