La actividad de las redes de mujeres de la patronal francesa, tan discreta como eficaz, permitió la adopción en 2011 de una ley que imponía la casi paridad en los consejos de administración de las grandes empresas. Pero la influencia de las mujeres de negocios en el Gobierno de Macron excluye a las asociaciones feministas, mientras que su activismo permite que multinacionales poco preocupadas por los derechos de las asalariadas puedan blanquear su imagen.
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