¡Adiós máquina, si se rompe el eje!, hay que cambiarlo. Lo más fácil al leer un libro es que se rompa el hilo y sus párrafos, sus páginas y sus capítulos vayan cada uno por su lado: “Esto me gusta, aquello, no, lo otro me lo salto…”, dirá el lector al mal autor que no supo ensartar todas las cuentas del collar. A ver si así…
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