Hace un siglo el hombre decidió atravesar y conquistar las últimas fronteras, las regiones polares, los inhóspitos continentes de los hielos perpetuos, donde vientos superiores a los 300 kilómetros/hora y temperaturas inferiores a los 50º bajo cero hacían imposibles las condiciones de vida. Los pioneros fueron intrépidos aventureros como el noruego Roald Amundsen o el británico Robert Scott, que dedicaron sus vidas a la conquista de los Polos y que, a la postre, las sacrificaron entre sus hielos imponentes. Casi un siglo después, expediciones españolas se han sumado al reto dejando su impronta en el intento de desentrañar los siempre esquivos secretos de los Polos.
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