La motivación pastoral que siempre animó a la figura de K. Wojtyla antes de ser papa, y más tarde como papa Juan Pablo II, le llevó a profundizar en la ciencia ética para intentar elaborar un corpus ético cuyas raíces y principios fueran capaces de dar razón de la dignidad de integralidad de la persona. Para ello analizó con profundidad las aportaciones que Kant y Scheler habían hecho a la ciencia ética, mostrando sus logros y sus deficiencias, y planteó la conveniencia de otra propuesta ética basada en las relaciones de interpersonalidad en el amor, tomando la fidelidad como elemento de contraste para probar su solidez. Aparece así un contexto novedo-so en el estudio de la ética que conjuga lo mejor de la tradición filosófica con ele-mentos radicalmente nuevos, como las nociones wojtylianas de antropología ade-cuada, teología del cuerpo, norma personalista, o hermenéutica del don, por citar sólo algunas. Su visión integradora conjugó magníficamente la dimensión filosófica y teológica de la antropología, sobre la base de la analogía del amor entre un Amor originario —Misterio trinitario— y un amor participado en la imago Dei que es la comunión interpersonal. En esta analogía, el matrimonio y la familia constituyen un verdadero tropos del Amor intratrinitario.
The pastoral motivation that always encouraged the figure of K. Wojtyla before he was pope, and later as pope John Paul II, led him to delve into ethics sci-ence to try to elaborate an ethics corpus whose roots and principles were capable of giving reason for the dignity of the integrality of the person. To do this, he analyzed in depth the contributions of Kant and Scheler to ethics science, showing their achievements and their deficiencies, and raised the advisability of another ethical proposal based on interpersonal relationships in love, taking fidelity as a contrasting element to prove its solidity. Thus, a new context appears in the study of ethics that combines the best of the philosophical tradition with radically new elements, such as Wojtylian notions of adequate anthropology, theology of the body, personalistic norm, or hermeneutics of the gift, to name just a few. His integrative vision magnifi-cently conjugated the philosophical and theological dimension of anthropology, based on the analogy of love between an original Love —Trinitarian Mystery— and a love shared in the imago Dei which is interpersonal communion. In this analogy, marriage and family constitute a true tropes of intra-Trinitarian love.
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