El aparato no lo quería. Lo marginaban, lo menospreciaban y hasta le mandaban callar en público. Ha estado soportando esta situación durante un año y ahora ha llegado el momento de su venganza. Los ha dejado cuando más lo necesitaban, porque, al menos, sí que era dueño de sí mismo. De nuevo, la convulsión en el PSOE, las quinielas, el incierto futuro. Vuelve a proyectarse la sombra de González y, al tiempo, emerge José Bono como posible salvación.
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