Las diferentes texturas utilizadas como estrategia constructiva convierten esta casa situada en la Costa da Morte de Coruña en un magnífico ejemplo de adaptación y respeto hacia un paisaje que aparece así como protagonista de la intervención.
Vivienda situada en un terreno elevado 3,5 metros sobre la carretera en una zona de crecimiento del núcleo urbano donde se han ido construyendo bloques de viviendas de 4 y 5 plantas. El ajuste a la alineación supone la sustitución del muro de contención por la propia casa en todo el frente de parcela, mirando al este. La decisión de no consumir la edificabilidad permitida y construir una vivienda unifamiliar está relacionada con el interés por la propiedad familiar y el mantenimiento de su carácter ligado al jardín y los frutales. Por el oeste, aparece el alto talud de un monte plantado de eucaliptos.
La planta baja mantiene la idea de muro pintado, la superior se relaciona y vuelca hacia la finca. Dos volúmenes superpuestos, con sistemas constructivos diferentes. Abajo, la entrada, garaje y almacenes, todo ello pintado de blanco. Arriba, el programa principal de la vivienda, volumen de piedra y hormigón. Entre los dos, la escalera, jugando con la materialidad de ambos y la entrada de luz.
La distribución responde a las “caras” de la casa, planteando su posición en torno a un bloque central de baños y armarios. En Las habitaciones de los niños hacia la carretera y orientadas al este, se ha experimentado con la flexibilidad de uso, haciendo los tabiques móviles para variar fácilmente su número y superficie. El salón, hacia la finca, está orientado al oeste. En uno de los extremos, compartiendo ambas orientaciones, está la cocina, con el tendal en la esquina, de fachada agujereada. En el opuesto, la habitación principal y el estudio que da al jardín, con un pequeño patio propio.
Una parte del salón se proyecta a doble altura, y la escalera aparece de nuevo como elemento que resuelve el cambio del volumen interior, con acceso a una pequeña planta superior de estudio y habitación de invitados.
El hormigón abujardado del exterior aparece también en el interior como material en la construcción de petos y pequeños volúmenes escalonados que sirven de apoyo a escaleras y pavimentos de roble. Frente a la fachada pétrea y de escasos huecos que da a la carretera, la del jardín es acristalada, dejando que el pavimento interior se extienda, dado que la buena orientación de tarde lo convierte en un espacio muy agradable para estar.
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