El cardenal Luis Belluga, obispo de Cartagena entre 1705 y 1723. alto dignatario en Roma entre ese año y su muerte en 1743, a su marcha de Murcia dejó tras de si obra perdurable que ha llegado hasta hoy. Desde Italia acudió siempre en socorro de su antigua diócesis cada vez que su ayuda fue requerida. La autora estudia la aportación por Belluga de 100.000 reales para la reparación de los daños causados en la catedral de Murcia por las devastadoras inundaciones de 1733 y 1736 y por el seísmo de 1735. Parte de ese dinero se destinó a la cimentación de la actual e impresionante fachada principal de la catedral murciana, una de las obras cumbres del barroco europeo. cuya primera piedra fue colocada en 1736.
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