El 27 de septiembre de 1513 –y no el 25 como se decía tradicionalmente– sesenta y siete europeos salieron al Océano Pacífico por el golfo de San Martín (Panamá) en busca del Perú, territorio desconocido para ellos geográficamente, pero inmensamente rico según las referencias obtenidas de los indígenas de la región del Darién. La historiografía tradicional ha destacado el proceso de conquista y sometimiento del imperio inca, pero ha invisibilizado un aspecto insoslayable: para llegar al Perú, los españoles tuvieron que recorrer primero la Costa Pacífica de Colombia y Ecuador; y este recorrido presenta vacíos e inconsistencias evidentes. También se ha invisibilizado y menospreciado la participación de la etnia negra desde un primer momento. En el listado que presenta Andrés de Valderrábano, escribano oficial de la Corona española en Tierra Firme, aparecen firmando el Acta de Posesión de la Mar del Sur dos negros a quienes se les destaca por el color de su piel diferente al del resto de sus compañeros: Juan de Beas y Ñuflo de Olano “de color negro” (Fernández de Oviedo y Valdés, 1 85 3, p. 25)
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