En este artículo el autor evoca con nostalgia los tiempos en que La Legión supo acoger a aquella juventud universitaria, alegre y desenfadada, pero humilde y cumplidora, que adornaba la camisa legionaria con unos cordones «cadetiles» de colores variopintos y que en los años cincuenta de la pasada centuria, prestaron sus servicios en los distintos Tercios, en los que se contagiaron para siempre de un profundo y sentido amor a este Cuerpo.
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